sábado, 15 de junio de 2013

Ven... acuestate... abrazame

Una de tantas satisfacciones que tengo en la vida me las han dado mis abuelos; el poder verlos a sus ochenta y tantos años juntos es verdaderamente gratificante, el poder presenciar ese beso que se dan cuando mi abuela tiene que salir a la calle (ese beso de “te veo al rato”), el ver que mi abuela se acerca con una sonrisa a mi abuelo para besarlo en la mejilla o poder escuchar que mi abuelo le dice a mi abuela “ ven… acuéstate… abrázame”.
Han transcurrido 10 meses desde la caída de mi abuelo, 10 meses en los que no ha caminado; en los que ya depende de otras personas para muchas cosas, meses que por lo mismo de ya no caminar, por la edad, el trabajo que tuvo y otra varias cosas le han ocasionado que tenga días en los que pierde la noción del tiempo o empieza a decir cosas sin sentido, confunda nuestros nombres; vaya en pocas palabras empieza a desvariar.
Sé que se aman aunque nunca los haya escuchado decir te amo; yo sé que su amor es grande con solo verlos, porque sencillamente no se lo dicen; se lo demuestran.
Cuando mi abuelo desvaría en ocasiones se enoja y empuja a mi abuela o le jala el cabello; pero eso nunca ha sido razón suficiente para que mi abuela deje de atenderlo. No podría explicar exactamente la paciencia que mi abuela le tiene, solo puedo escribir que mi abuela muy a pesar de todo no se aleja de su lado; siempre durmiendo junto a el por si en la noche quiere algo.
Mi abuelo… bueno… mi abuelo… tampoco se queda atrás, cuando deja de desvariar de alguna manera está consciente de su situación le pide perdón, le besa la mano…. Y le pide que se acueste junto a él.
A principios de esta semana se mudaron a casa, aquí entre todos estamos cuidándolo…. Mentiría si dijera que nunca hemos perdido la paciencia, hay días en los que no duerme, ni deja dormir a nadie porque está queriéndose bajar de la cama y hay que estar al pendiente de él; cuando no deja dormir sentimos que ya nos cansamos y que ya nadie quiere a excepción de mi abuela. Pero jamás nadie de nosotros lo dejamos olvidado, no ha sido fácil cuando nos damos cuenta que ya alguien está cansado sin decirnos nada lo atiende otro… y así nos vamos rolando.
Cuidar a alguien enfermo no es fácil. Pero abuelos Dios es testigo que aquí seguiremos entre todos como lo que somos una familia; una vez ellos vieron por nosotros ahora es nuestro turno.

Los amo y siguen alegrando mis dias

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