Como si se hubiera planeado todo para este mes; después de ir a depurar y guardar las cosas en casa de los abuelos, que nos fuimos dos noches y tres días a la Finca Hamburgo, ya de regreso sentí como si me hubiera ido por bastante tiempo y volví como renovada.
Desde que los abuelos decidieron dejar la finca (hace algunos años ya, y no recuerdo cuantos) donde pasaron casi toda su vida, ese día me dije -quizás esta sea la ultima vez que este aquí- pero me equivoque y volvimos una primera, segunda, tercera y ya perdí la cuenta de cuantas veces han sido, en cada ocasión no podía evitar pensar -quizás esta si sera la ultima vez que pisare estos suelos, que saludare por ultima vez a las personas, que disfrutare de este clima agradable, de este café, de los pinos, de este paisaje-. Afortunadamente jamas estuve mas contenta de equivocarme, como lo he hecho en todas esas veces en las que pensé seria la ultima y no lo fue.
Siempre es grato volver a la finca. Los abuelos eran la razón por la que pasábamos nuestras vacaciones en ese lugar y desde que se mudaron siempre nuestras visitas fueron de entrada por salida, hasta hace unos días. Nos invitaron a una clausura y por ahí estuvimos jueves por la tarde hasta el sábado. Dos noches y tres días de desconecte total, de ir a un lugar y otro, de disfrutar el frío, de ver nuevamente como baja la neblina, de recorrer esos lugares, de andar por esos patios, de respirar el aroma del café... aaah.
Adoro ese lugar es tan tranquilo y las personas son muy amables, por ser un sitio relativamente pequeño prácticamente todos se conocen y es agradable platicar con ellos. Durante la clausura empezó a bajar la neblina y a lloviznar, pero eso no evito que fuéramos después al mole, íbamos caminando entre las casas bajo la llovizna. Chicos y grandes se asomaban curiosos mientras caminábamos. Una vez adentro de la casa entablar conversación con los pequeños resulto muy agradable y simpático, son muy sinceros al hablar. Uno de los pequeños le entrego su anillo de graduación del kinder a su mamá no sin antes decirle -no te los vayas a poner porque lo vas aflojar-.
Recorriendo el lugar, visitando la capilla, las casas, la escuela, la cocina de solteros, el beneficio algunos lugares siguen estando como lo recuerdo, otros han cambiado. Entre nuestras andanzas nos reencontramos con viejos conocidos y nos topamos con tres trabajadores, todos coincidieron en algo; desde que el abuelo se fue las cosas ya no siguieron igual, mi sentir al respecto es un poco contradictorio. Por una parte me siento orgullosa de quien fue el abuelo, de la larga trayectoria impecable que hizo en la finca, dejo el estandarte muy en alto de mantener para quien ocupara su lugar y no lo digo yo como nieta; lo dicen quienes siguen trabajando en la finca, la satisfacción que siento al saber que hubo un antes y un después del abuelo se siente bien, aunque no del todo porque por otra parte mi cariño por la finca es mucho pero si deja ver que ya no es la misma, seria una lastima y me pondría triste saber que en unos años mas pudiera dejar de ser lo prospera y alegre como la veía cuando yo pasaba ahí las vacaciones, algo que me cuesta aceptar pero ya empiezo a ver o al menos esa impresión me dio.
Ahora que llegamos se veía desierta, nadie caminaba por ahí, la cocina cerrada sin verse ningún movimiento en el interior. Antes cuando llegábamos desde el camino se podía ver el movimiento, los trabajadores en el patio yendo y viniendo, la cocina abierta, personas adentro comiendo, hablando, algunos subiendo por el camino otros bajando, se veía muy diferente, alguien nos dijo que ahora sube muy poca gente, yo recuerdo antes el transporte era un autobús del tipo escolar y cada que subía a la una de la tarde iba llenisimo, hoy suben combis y aunque no me consta dicen que poca gente.
Recuerdo por las mañana me despertaba escuchando los pasos de la gente, los trabajadores en el patio platicando, el ruido de alguna herramienta al caer, la radio, la música de Los Temerarios o Bronco, las risas de los niños al pasar, alguna maquina trabajar y si te asomabas a la puerta podías ver la cocina abierta con la gente entrando y saliendo, la finca que recuerdo era diferente a la que vi esta vez. Siempre ha sido una finca tranquila pero ahora esta mucho mas tranquila, casi desierta.
Preguntaba si en vacaciones había mas movimiento y me dicen que si, personas de fuera llegan y las cabañas se llenan, el 14 de febrero al parecer adornan muy romántico, y en la noche se ve todo coqueto (seria interesante ir). Sin duda fue un acierto lo de las cabañas, la vista es increíble, eso atrae a la gente lo cual es fantástico. Aunque antes la Finca Hamburgo no tenia tanto auge como ahora, si llegaba mas gente pero eso si solo era para trabajar, no había cabañas por lo que turistas no se veían. Ahora que hay cabañas parece medio desierta, insisto le hace falta regresar a la vida a mi querida finca sobre todo en la entrada. Por mucho que yo la vea diferente en algunas cosas no significa que no vale la pena visitarla, porque insisto sus cabañas fueron un acierto y solo basta sentarte en una de sus cómodas sillas y ver, la vista desde allá arriba es fenomenal, increíble, te invita a conectarte con tu interior, el clima es agradable y por supuesto el café como tu cómplice para divagar en tus pensamientos todo forma una combinación perfecta.
La gente allá se dedica a la cosecha del café, cuando es tiempo de tapizcar se tapizca, cuando es tiempo de escoger se escoge, es la fuente de trabajo, aunque ahora ya están las cabañas, el spa, el restaurante. En su mayoría trabajan hombres pero las hay mujeres también, sin embargo siempre hay cierto grupo de ellas que prefiere ser ama de casa. En el restaurante hay un pequeño apartado donde se venden playeras, blusas, gorras, tazas y estoy casi segura que es mandado a hacer en otro lugar, entonces ¿no seria buena idea por ejemplo cursos para enseñarles a hacer artesanías a ese pequeño grupo de amas de casa y como ahora llega mas gente de afuera poder venderlas? Y bueno ubicarlas por los lugares donde esta la cocina de solteros... se benefician todos y al mismo tiempo alegra un poco el ambiente de la entrada. Bueno eso es en mi humilde opinión.
Como mencione no me gustaría que la finca decayera, es un lugar hermoso, el clima es fantástico, el café buenisimo, la gente muy amable. Cuando estuvimos por allá me dio gusto ver a don Andrès todavía como encargado de la cocina, regresando de nuestras andanzas nos sorprendió la neblina y la lluvia en su cocina, muy amable nos encendió la estufa para que nos calentáramos un poquito, nos regalo unos plátanos mientras esperábamos y de paso nos invito a probar un poquito de atol chuco ¿lo han probado? Yo jamas lo había hecho pero ahora ya se a que sabe.
Visiten la Finca Hamburgo mundo, el acceso se ha vuelto rápido, prueben el café, hablen con la gente y si llegan a caer en la cocina de solteros por ahí encontraran a Don Andrès salúdenlo.
Precisamente en entradas anteriores hablaba del color de piel, después de dos noches y tres días... vean como termine.