Hace como tres años se me metió a la cabeza la idea de montar un caballo, no recuerdo ni porque pero durante mucho tiempo realmente anhelaba hacerlo. Tanto así que estuve preguntando con algunos de mis contactos si dentro de sus curiosidades tenían o conocían a alguien que los tuviera, todos me dieron la misma respuesta... no.
Poco a poco viendo las dificultades el deseo de montar un caballo se me fue apaciguando, aunque conserve una espinita. Siempre que íbamos a casa de los abuelos podía ver en las parcelas a varios, solo me tocaba verlos de lejos y rápido, pero en mi mente permanecía esa esperanza "un buen día voy a montar un caballo".
En diciembre del año pasado pude conocer a una personita, un pequeño de 10 años... Albertito.
Quien se de la oportunidad de conocer su vida, su historia lo etiquetaría como un niño sufrido, no hubo nadie atrás diciéndole eso esta bien o esta mal, ayudandole a hacer las tareas por las tardes, el mismo dice orgulloso que todo lo que sabe lo a aprendido solo, a veces viendo o gracias a su hermano mayor, no sabe leer (una situación realmente increíble, va en tercero de primaria ¿como es posible? Todos responden; "así son los maestros en los ranchos" en fin), nadie atrás diciéndole; "lávate las manos, cepillate los dientes".
Sin embargo si tienes la dicha de conocerlo te das cuenta del noble corazón, de lo obediente y de lo feliz que es a pesar de todo, en serio. Es un niño sin miedos, risueño, alegre, gran contador de historias, valiente, lleva cicatrices en pies, rodillas, brazos, cabeza, pude platicar con el muchas veces y preguntarle a que se debían las cicatrices; cada una tiene su historia, el respondía un poco serio (tratando de acordarse) pero en el transcurso de su relato iba mostrando una sonrisa de oreja a oreja. No muestra tristeza en los ojos, ni se le ve deseando algo, sabe lo que tiene y disfruta lo que hace, es un niño capaz de hacerte reír con cada locura. A pesar de todo esta disfrutando mucho su infancia y eso me parece grandioso.
Estábamos platicando un día cuando miro a un montón de blocks, me dijo -¿verdad que aquí hay bastantes iguanas?, ahí salio una mirá- dirigí la mirada a los blocks y estuve buscando donde... jamas vi a la iguana. Tiene una vista de águila para ver iguanas asombrosa. Y de las tantas conversaciones, nos contó que su tío (ahora vive con sus tíos y su hermano mayor) tiene un pequeño rancho, es dueño de vacas, de un toro, de chivos y de un caballo. Nos dijo; -a ver cuando van a "Lázaro" se los enseño- y yo pregunte -si vamos ¿podre montar el caballo?, siempre he querido hacerlo o al menos tocarlo-, el respondió si con una sonrisa.
Y bueno fue una simple oferta, cuando nos dijo no estaba en los planes, ni imaginábamos lo pronto que se cumpliría. Días antes de año nuevo nos dieron la noticia, iríamos a "Lázaro" (Pijijiapan, Chiapas) pasaríamos año nuevo con ellos iríamos al mar, a ver "pululos", cruzar en el "kayuco". Nuestra pequeña aventura de fin de año.
El día 1 de enero por la mañana llevaron a "Maguiver" un caballo lechero (según me comentaron los pequeños) guapisimo, hermosote animal y después de desayunar Albertito y su hermano nos llevaron con el para montarlo. Por fin mi sueño hecho realidad ¡sin siquiera planearlo!, pude verlo de cerca, tocarlo, admirarlo y subirme. Dicen que las mejores cosas suceden sin planearlas y para mi fue una experiencia maravillosa de esas que uno guarda para toda la vida.
Quizás no suena tan increíble, pero ¿saben? uno tiene pequeños sueños y aunque para otros sea algo normal para cada uno son importantes. La felicidad de ver esos pequeños sueños hecho realidad es incomparable. Algo sucede en esos momentos que te hacen olvidar todo y no piensas en nada, solo disfrutas... se siente tan bien.
Así es la vida, a veces sin buscarlo sucede...
Aunque no leas esto (aun) muchas gracias Albertito. Nunca me hubiera imaginado que mi sueño se haría realidad y todo gracias a un pequeño.
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