Una de las experiencias que me hizo el día fue cuando llegamos al rió, al estero o como sus habitantes de "La Conquista" en Pijijiapan, Chiapas lo llaman "el canal", un tramo a cruzar si se quiere llegar al mar.
Cuando llegas puedes ver a orilla del rió varios "kayucos" (así llaman a las canoas), transporte utilizado por los lugareños que viven del otro lado del rio. Basta con llegar y ubicar cual es suyo, subirse y emprender el cruce unos cuantos metros tranquilamente. Yo preguntaba a una de nuestras acompañantes que conocen el lugar y saben cosas; -¿Como sabes cual es el "kayuco" de tu abuelito?
En una vista rápida de la orilla sin mirar mucho uno podría decir que todos los "kayucos" son iguales, pero basta con prestar atención a algunos detalles para darse cuenta que no. Precisamente la respuesta fue; -Por el color. Y me pareció maravilloso el hecho de que me respondieron con un no, cuando pregunte -¿y no se los roban?.
Para los que nunca han vivido la experiencia de trasladarse en "kayuco" o canoa, les comento... puede ser una idea poco grata o bien una divertida odisea. En cuanto uno se sube todo empieza a moverse de un lado a otro y da la impresión de que podría voltearse en cualquier momento sobre todo si se suben tantas personas, de ser así se debe distribuir el peso o de lo contrario se iría acostando hasta voltearse.
Al inicio iba un poco temerosa, como no; si cuando subimos el mando del remo lo tomo la mamá de mi guaperrima sobrina quien dijo saber remar pero al empujarse lejos de la orilla el "kayuco" se movió bruscamente de un lado a otro, tuve la impresión de que con cualquier movimiento en el reflejo de buscar donde y como sujetarnos para no caer; podríamos cooperar para voltearlo. Algunos dijeron -¡Cuidado!-, mientras ella con una sonrisa se acomodaba y tomaba ritmo decía -no pasa nada- pero yo iba lanzandole advertencias -¡no nos vayas a voltear! ¡¿segura que sabes?!-. El origen de mi miedo se debía a caer en el agua y yo sin saber nadar, se imaginan el lío. Según mis vagos conocimientos mientras mas lejos de la orilla la profundidad es mayor y de voltearnos ¡que rayos haría!, no es un lugar turístico por lo tanto no se utilizan salvavidas.
Cuando subí para colmo vi que solo habían tres espacios para sentarse, en los extremos y en medio. Como se hicieron dos viajes, en el primero vi como nuestros acompañantes que viven ahí se sentaron como si nada en el borde y así cruzaron entre risas y diversión, en el segundo viaje; mi traslado... me le pegue a mi madre y fui la segunda en subir, nos sentamos en el lugar mas evidente en medio, que vieran los demás donde se ubicaban porque ni loca me sentaba al borde, si eso se movía... de hecho se movió bruscamente me hubiera caído.
En mi defensa he de admitir, no era la primera vez en subirme en una canoa, cuando era niña ya había tenido la oportunidad de subirme y no recuerdo haber sentido miedo, estaba chamaca no media el peligro pues, uno se ríe y hace cosas sin pensar mucho, en cambio esta vez me asusto ver como se movió la canoa, con los años uno se vuelve consciente del peligro, "ya no se hacen tantas cosas estúpidas" (eso dicen)... no no no perdón quise decir se tiene mas precaución.
Gracias a unos pequeños me subí no solo una sino varias veces y ¿saben que es ir bajo el mando de pequeños? Se te quita el miedo o quedas traumado, me subí por segunda vez, yo en medio, las niñas arriba sentándose, parándose, asomándose, riéndose, dos pequeños nadando a lado, se hundían, salían, se agarraban a la canoa, que ya lo empujaban a la izquierda, a la derecha, se apoyaban en ella, que suéltalo, que yo no fui, y ya se movía de un lado a otro, todo era un relajo, mientras yo iba sentada sin querer moverme, bien agarrada al borde y diciéndole al menor de mis hermanos -¡no te muevas!- (Sacramentado el señor).
Pero algo bueno había de salir después de ir con miedo en esas sacudidas... lo perdí, ayudo enterarme que no estaba tan hondo (eso decían, pero quien sabe) y me divertí. Asombrada iba al ver como los niños se lanzaban y cruzaban nadando el rió.
Pero algo bueno había de salir después de ir con miedo en esas sacudidas... lo perdí, ayudo enterarme que no estaba tan hondo (eso decían, pero quien sabe) y me divertí. Asombrada iba al ver como los niños se lanzaban y cruzaban nadando el rió.
Para los habitantes del lugar salir en "kayuco" es como un paseo por el parque, por la tarde algunos salen a pescar, otros se quedan "estacionados" en medio del rió, se acuestan y se relajan o se ponen a platicar. Suena antojable, aunque hay un pero... entrada la noche sale el zancudero y uno quiere salir corriendo.
Mas alivianada de la situación, después de varias idas y vueltas, tuve la oportunidad de remar el "kayuco", me di cuenta de la fuerza que se requiere según yo; aunque ahora si lo analizo creo tiene su maña y solo los "mareños" (como ellos mismo se dicen, por vivir cerca del mar) la conocen, ellos saben cosas.
Tienen muchas habilidades pescar, poseen una facilidad para atrapar a esos animalitos que se entierran en la arena cuando llega la ola, saben nadar aprenden desde pequeños igual a remar, ¡pelar cocos! Y por cierto hay cocos pero cocos buenisimos, con mucha agua, me toco ver como hacen el orificio para beberlo, un machete grande y filoso en una mano, en la otra agarrando el coco y a darle sin miedo, fuerte, con decisión, un corte tras otro. Parece fácil pero mis respetos para los que saben, yo tal vez me vuelo un dedo.
Y despues del viaje en "kayuco", tomar cocos y la locura... por fin llegamos al mar, de las vistas mas hermosas ¡que hay en el mundo! no se a ustedes pero a mi me llena de tranquilidad, es hermoso, impresionante. Se encuentre donde sea es simplemente espectacular, la arena, el agua, la vista, el sonido de las olas, sin tantas personas... aaaah el mundo ha sido bueno con nosotros ¿saben?
Que mas podía pedir en ese momento, nada... solo disfrutar.
PD. No pude tomar fotos por temor a que el celular cayera al agua.
PD. No pude tomar fotos por temor a que el celular cayera al agua.